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CONOCER OTRAS CULTURAS NOS PERMITE AMPLIAR NUESTRAS PERSPECTIVAS Y FOMENTA NUESTRO DESARROLLO PERSONAL Y PROFESIONAL

Aunque con el pasar de los años lo olvidemos, una de las mayores virtudes de nuestra mente cuando somos pequeños es la capacidad de asombrarnos mientras experimentamos el mundo que nos rodea. Una facultad propia de una mente en desarrollo que nos permite no solo entender lo inesperado, sino también, aprender de ello y liberar nuestras ideas para ser cada vez más resilientes. Y es que cuando se descubren nuevas cosas, no nos queda solamente el recuerdo de aquella primera experiencia o contacto, también, nos llevamos grabado el contexto y la oportunidad de aprovechar esas ideas en otros escenarios y situaciones. Aunque en la edad adulta, con sus afanes y obligaciones, pareciera no haber oportunidad para regresar en el tiempo y permitirnos mantener viva la capacidad de asombro, viajar es sin lugar a dudas una de las mejores herramientas para no perderla.

Cuando viajamos, resulta inevitable no exponer nuestra mente a nuevas ideas, culturas, perspectivas e idiomas. Una experiencia enriquecedora que impulsa a la mente para romper sus propios límites y permitirse la capacidad de asombro nuevamente; sin importar la edad, las obligaciones o el afán que podamos tener en la cabeza. Luego de haber dedicado los últimos 48 años a recorrer más de 195 países en el mundo, tengo clara una premisa indeleble: Mi vida no sería tan exitosa, tanto en la esfera profesional como en el desarrollo personal, si desde temprana edad no hubiera aprovechado las oportunidades que se me presentaron para salir de Panamá a recorrer el mundo. Viajes que me ayudaron a complementar mis perspectivas, en las etapas más importantes de mi formación, con ideas disruptivas que me hacían cuestionar lo natural y cercano del país y cultura en la que nací.

La casualidad de conocer cada rincón del universo, ha sido una aventura memorable que me ha llenado de anécdotas, aprendizajes y experiencias que recomiendo a todas las personas que me leen. En el mundo actual, es más importante que nunca tener una mente abierta, con una visión global y muchas experiencias que puedan ser aprovechadas como herramienta para la solución de alguna dificultad y conectar con las demás personas. Uno nunca sabe cuál de las vivencias que ha tenido puede ser la que le lleve a conectar a nivel personal con alguien para solucionar un problema o darle peso a una idea que se tenga. De mis viajes, son innumerables los recuerdos que tengo grabados en mi mente, y claro, algunos sobresalen.

Particularmente, recuerdo con mucha pasión la llegada al Table Mountain, en Cape Town (Sudáfrica) cuando estaba recorriendo áfrica en el barco SS Universe mientras participaba del programa Semester at Sea. Ver desde la cubierta del barco a la distancia, a eso de las 5 de la mañana, la famosa montaña; fue un impacto de esos que te quedan para el resto de la vida en el alma. Unos paisajes increíbles que no me esperaba, sobre todo en aquella época en la que no había internet. También, algunos de los viajes que hice a zonas inhóspitas y de difícil acceso como Corea del Norte, Yemen e Irán. Zonas a las que tuve acceso precisamente por las personas que había conocido en distintos lugares y momentos de mi vida.

En resumen, el consejo que doy a todos, es que viajen todo lo que les sea posible. Tener experiencias que los impulsen a cuestionar sus creencias, conocer nuevas culturas e interactuar con otras perspectivas, darse la oportunidad de mantener viva su capacidad de asombro para mantener la mente activa y llenarse de herramientas que complementen su proyecto de vida en las esferas profesionales y personales es de las experiencias más gratificantes. En definitiva, recorrer el mundo es una aventura extraordinaria que vale por completo la pena. Así que ya lo saben, cada vez que puedan, agarren sus maletas y salgan a conocer los maravillosos lugares que nos ofrece el planeta tierra.